Ecos de una reunión

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Por: Juan Carlos Gossaín Rognini

La reunión de Petro con un grupo de empresarios de origen judío realizada hace un par de días, deja en el ámbito político unas señales sobre las que se hace necesario comentar. Mucho se puede especular sobre el motivo exacto de la reunión. Algunos supondrán que se trata de un apoyo definitivo de la comunidad hebraica y otros dirán que es un ejercicio democrático que están realizando con todos los candidatos.

Para la gente que no tiene tiempo de hacer tantos análisis lo que quedó definitivamente grabado en la retina fue que Petro tiene opciones reales de ser presidente y que no inspira, al menos no en todos los empresarios, el temor que tanto se ha pregonado.

En la nueva realidad post pandemica que se avecina, es evidente que muchas cosas dejarán de ser como siempre lo fueron. Hay enormes sectores del país, con ideologías de izquierda, centro o derecha, que no están dispuestos a aceptar que todo siga igual que antes.

El reto que se plantea para la derecha consiste en descifrar cómo y con quien enfrentar a un candidato que ha dejado de ser, particularmente entre los jóvenes, el lobo con que en las fábulas se asustaba.    Tanto gritaron los pastores: “ahí viene el lobo”, y fue tan poco lo que hicieron para prevenirlo que pareciera que la gente quiere saber si les va mejor con el lobo.

A Petro no se le va a derrotar intentando asustar a la gente que vota.  A quienes no nos gusta ya sabemos lo peligroso que puede ser, los que lo quieren no van a cambiar su opinión por más videos con bolsas de dinero que se publiquen o recordando que fue un terrorista.

Es de una lógica primaria entender que todos los mensajes que hoy intentan desacreditar a Petro o asustar con una eventual presidencia suya, están llegándonos a los mismos que ya decidimos que no vamos a votar por él. No se está sumando a nadie.

Tampoco en mi caso, ni en el de muchos que conozco, van a convencernos de que apoyar al gobierno de Duque es el camino para despejar el horizonte de la izquierda en el poder. Lo vuelvo a repetir, Duque ha sido tan nefasto para el país como lo podría ser Petro. No hay diferencias.

La estrategia consiste entonces en abrir camino hacia el optimismo, plantear alternativas con propuestas reales de país, hablar a fondo de temas concretos, mostrar soluciones y no seguir señalando el problema. Pero, ante todo, contar con alguien a quien creerle.

Nada puede resumir mejor la condición en que nos encontramos, que recordar que el mismo día que Petro hacia acercamientos con empresarios judíos, Duque se empeñaba en una entrevista para que el país supiera que él es presidente, tres años después de haberse posesionado. Patético.

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