Un llamado a las autoridades realizan habitantes de la zona norte de Cartagena ante el descontrol que se registra

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Desde hace tres años, los residentes de los edificios Morros Vitri y Condo Hotel Seaway 935 en la zona norte de Cartagena, viven un calvario cada vez que se aproxima el fin de año, ante las interminables fiestas que se realizan en el establecimiento comercial Azul Beach Club.

Esta situación se agrava por los festejos que se programan y que para este venidero 2022, las llamadas «rumbas» inician desde el 01 y hasta el 11 de enero, situación que preocupa a propietarios y residentes debido al alto volumen de la música, riñas y demás problemas de orden público que se presentan.

A todos los que vinimos en este edificio se nos ha acabado la paz de día y noche por cuenta de este establecimiento, estas personas no respetan la ley y parece que nadie se atreviera a meterse con ellos”, afirma Luis Guillermo Villegas, residente del edificio Morros Vitri.

Catherine Sucete Gómez, asesora jurídica del edificio Morros Vitri, afirma que «el establecimiento Azul Beach Club viene generando música a volúmenes por fuera de los decibeles permitidos por la ley, y con pruebas audiovisuales testimonian que el ruido es insoportable y que además no se respetan ningunas medidas por la pandemia«.

Mario Torres, abogado de la firma Global Law y representante de la copropiedad Condo Hotel Seaway 935, explicó que se han venido realizado todos los procedimientos legales para que el establecimiento comercial sea intervenido, ya que ocupa terrenos de bajamar y por tanto la zona debe ser recuperada, pero la repuesta de las autoridades locales ha sido nula y negligente.

A través de un derecho de petición, pedimos un concepto de determinación de jurisdicción a la Dirección General Marítima- DIMAR, y estos determinaron que el el terreno donde funciona el mencionado establecimiento, es de bajarmar, es decir, espacio público, por lo tanto la alcaldía local 2 debe realizar el desalojo, además no hay control de ruido, horarios, medidas de bioseguridad, y se están violando todos los derechos de quienes residen en la zona”, afirmó el abogado Torres.

Azul Beach Club, funciona abiertamente y antes los ojos de las autoridades en la playa del corregimiento de La Boquilla, con música descontrolada, aforo desmedido y con una piscina improvisada que viola todas las normas sanitarias y exigidas por la ley.

Es importante y urgente que el Dadis, Policía, Secretaría del Interior y el alcalde de la localidad 2, Andy Reales, actúen de inmediato porque se están violentando normas y derechos de quienes aquí residen. No es posible que cualquier particular llegue e invada terrenos que le pertenecen al estado y nadie haga nada”, agregó el abogado.

Nancy Narváez, residente de Condo Hotel Seaway 935, manifestó no aguantar más la situación con este lugar. “Hacen fiestas cualquier día de la semana sin supervisión o restricción alguna por parte de la policía, evidentemente es un sitio construido frente a la playa de manera ilegal ya que esta más allá de la línea de costa que conservan todas las edificaciones”.

En Cartagena, cada fin e inicio de año, especialmente en esta zona de la ciudad, se incrementan las fiestas ilegales que son promocionadas en redes sociales y se han convertido en un dolor de cabeza para quienes residen o llegan a la ciudad a descansar.

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